Por Julián Axat, poeta
Poeta/ bienpensante
progre/ qué sería/ de vos/
derrotado/ triunfante/ que sería/
nostalgioso/ cervantino
engolado/ memorioso Funes/
sin fisuras/ sesentista
militante/ sin olvidos
/ o miserias/ dónde
ese maravilloso dibaxú/ dónde/
palabra/ justa/ resistente
celestial/ sin demonio/
con pasado/ recargado
se repite/ testimonio
endurece/ poeta oficial
tan notario/ poeta jurista
evocador/ qué han hecho/
contigo León Felipe/
si vieras/ en panfletos
/ y graffitis/ barricada
de papel / higiénico/ en el mayo
sin poder/ imaginario
hago un pozo/ retro/ en su centro
saco octubre/ pongo verano
no sabés/ cómo vende
el permitido prohibido prohibir/
oh dolor acumulado/ escribo
cargado de pasado/ sin futuro
oh pasado/ estoy muerto
el maldito al basural/
para que quede: el correcto/
el querido/ coherente/ Nobel
Sr./ Mr./ Komisario poético.
El poema transcripto se encuentra publicado en la antología Si Hamlet duda, le daremos muerte (la Talita dorada, 2010) y pertenece a Leandro Daniel Barret (Buenos Aires, 1977). No menciona a quien está dirigido o de quien habla, pero no es difícil suponerlo: Juan Gelman.
El poema me recuerda a aquel libro publicado a fines de los de los noventa, el Antiborges, que parafraseaba a Deleuze & Guattari con su Antiedipo. Retomando Totem & Tabú. Los hermanos literatos cansados de la tiranía del padre literario que les impide ser ellos, deciden darle muerte, se lo comen y comienzan a digerirlo como nueva era, el pacto o el nacimiento de una nueva hegemonía, por decir Neo-Borgiana. Que es decir, también, pos-Alfonsinista.
No voy a seguir escribiendo sobre el problema de las influencias, me remito al poema de Barret, y pregunto tan solo si las nuevas generaciones de poetas seguirán bailando alrededor de lo que quede del spleen noventista en salones (ex belleza & felicidad) ahora re-convertidos en unidades básicas militantes que digieren mal el mejor Gianuzzismo. O bien intentarán hacer pastiche de la versión menos trabajada y más demagógica de un grandísimo poeta que deviene versión frasco mayonesa-Hellmann´s, en el sentido que propone el provocador Barret.
Si hay algo que con el tiempo me estoy dando cuenta, quizás de tanto ir hacia manuscritos de poetas asesinados, desaparecidos y silenciados por el terror (incluso el terror de mercado), es que la hegemonía política o la memoria oficial, subyuga a la poética, y que “sin cambiar la vida” (Rimbaud), el tipo de vanguardia que se recuerda es una postal ya imposible o vaciada de presente (la revolución estaría para recordarla, ya no para hacerla).
Como poetas, Keynes es poco pedir. Queremos el sol, no un insecto de luz. De allí que si la política que deja un tanto de capitalismo para funcionar se come la energía para parir una poética disruptiva que quiera destruir cierto cimiento mercantil y sobre la que se sigue reproduciendo una poética que no tiene costo o es también reformista; la misma no hiere, no sangra, sigue empaquetada en un cualquerismo que no llega, no hace chirriar el lenguaje, no lo hace hablar distorsionado como balbuceo-topo agujereando (incluso) la hegemonía que la sostiene (una poética que es crítica incluso con sus condiciones de producción, circulación y legitimación).
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